Recreación de la relación, en 1816, entre Lord Byron y Mary Shelley, cuando en una noche de verano ella creó al personaje de Frankenstein.
Lejos de pretender recrear un período histórico determinado, el compositor optó por hacer que su música fuese la expresión más palpable del mundo de imaginación y fantasía de la escritora, con melodías escritas para orquesta de cámara y sintetizador, con cierto aire críptico, con las que se profundizaba en lo más oscuro y enigmático. Hubo música ambiental y romántica, pero secundariamente.