Amelia viaja a Cuba a bordo una nave mercante para encontrarse con su esposo, Ton Massana, con el que se ha casado por poderes sin conocer que trafica con esclavos ni saber su afición por las mujeres. Al percatarse de todo intenta separarse, pero su despótico marido lo impide. La rebelión de los esclavos, la persecución a los traficantes por parte de las autoridades, su amor por el hijo de un armador industrial y su amistad con Consuelo hará que, por fin, decida tomar parte para acabar con tantas injusticias.
Partitura que, además de su belleza, se caracteriza por el predominio de lo afligido y melancólico, que se aplica al personaje de Adela y en escenas en apariencia evocadoras. Sobre ellas, Cases vuelca una visión poco alentadora: los temas de origen cubano no son especialmente festivos; las melodías románticas expresan más desaliento que placidez y la intensidad en la percusión de los ritmos africanos refuerza su amargo dramatismo, no la orientación liberadora del argumento. Uno de los temas, sin embargo, es una copia de un tema de Ennio Morricone para The Untouchables (87).