El compositor aplica una sencilla creación, hecha con pocos medios pero con líneas bien definidas, que desarrolla, intercala y fusiona: la primera de ellas es la línea de la fragilidad, con unas músicas delicadas y quebradizas que son interiores a los personajes, a quienes expone en sus conflictos emocionales, sus heridas no cerrradas; la segunda línea es la de la determinación, con músicas encaminadas a una resolución final aliviadora y hermosa, y estas son músicas de actuación, de impulso, se proyectan hacia fuera de las chicas y se complementan con las primeras, formando una unidad. Finalmente, músicas completamente externas, de acción, del territorio por el que deben transitar. A pesar de la existencia de temas concretos, una cierta dispersión ayuda a dotar a la historia de una sensación de inseguridad.