Serie televisiva sobre la conquista de Tenochtitlan por parte de Hernán Cortés.
Hay en esta serie algo sorprendente, inaudito, que seguramente tiene una explicación y no precisamente positiva: de los ocho capítulos que conforman el relato solo los dos últimos tienen música de verdad, en tanto los seis primeros son, con la excepción de créditos y momentos contados, rellenos musicales bastos y vulgares, hechos con samplers. En escenas capitales, no en secuencias de tránsito. Cuesta mucho creer que estos rellenos lleven la firma de Jusid, y de hecho todo aparenta que el compositor solo ha trabajado en los dos úlimos episodios, si bien se le acredita en todos.
No hay ninguna justificación dramática o argumental que haga lógica esta operativa, porque no hay nada que pueda justificar que durante seis episodios la música sea tan clamorosamente mala. Y cuando aparece la música buena (y es algo que se nota a mil leguas) ya es demasiado tarde para arreglar el desastre: no hay sutileza ni tan solo dramatismo o belleza, tan solo una imposición excesiva de música intensa -con coros incluidos- para intentar resucitar lo que lleva tiempo muerto. Un esfuerzo final (o una aparición del compositor en el penúltimo acto) que no sirve de nada, como de poco sirve en el conjunto de la serie un tema principal que se presenta como inicial en créditos, que aparenta ser para el protagonista pero que no va más allá de ser repetido, sin más.