Documental en torno a la figura del conquistador español.
A pesar de tratarse de un documental, el compositor se implica e implica al espectador con una música que ficciona. Es una extensa, variada, compleja y en muchas ocasiones turbadora creación que se desarrolla en tres niveles: el ambiental, el dramático y el contemplativo. El primero de ellos sirve para hacer sentir al espectador en el instante del relato, con músicas orgánicas donde lo étnico (el lugar) se fusiona -no siempre, de todos modos- con la música sinfónica (el invasor) para generar multitud de sensaciones, que en términos generales son de todo menos placenteras: el caos, la confusión, el agobio, la incomodidad, la humedad, el peligro, lo desconocido y la incerteza son algunas de las reacciones que se buscan y generan desde unas músicas exquisitamente elaboradas, en momentos con certera maldad.
La música dramática incorpora la perspectiva del gran protagonista, sus contradicciones, emocionales y psicológicas, su turbación y su carácter determinado. Esta música se une a la anterior, y con ella se puede estructurar un relato musical más sólido y de continuidad. Finalmente, hay músicas externas, ahora sí propias del género del documental y de la perspectiva del documentalista a través de la música: temas líricos, algo edulcorados, con aires nostálgicos. Menos interesantes, pero no molestos.