Un hombre se apea de un tren y acude a una farmacia buscando aspirinas efervescentes. Simpatiza con el farmacéutico aunque no pueden ser más opuestos: a cada uno le hubiera gustado llevar la vida del otro.
El compositor aplica una evocadora música con aires de western, donde tiene singular relevancia el empleo de una guitarra solista, que remarca el carácter individual y solitario del protagonista. En lo que resta, la música es agradable, también irónica.