Con su ojo tuerto, su imponente complexión y sus casi sesenta años, un hombre que asusta a la gente vive con su madre en un pabellón situado en la vasta finca de la mansión de la que es guardián. Desde que murieron los propietarios, lleva una existencia tranquila. Todo cambia la noche en que la heredera regresa a la casa familiar.
El compositor arranca con música orgánica, étnica, para los fines localistas, y en ese contexto inserta y desarrolla música dramática progresivamente más turbia, elaborada, que enrarece el ambiente y la relación de los personajes.