Tras el devastador paso del huracán Katrina en Nueva Orleans, un hombre intenta por todos los medios mantener con vida a su hija recién nacida.
El compositor desarrolla su creación en los ámbitos de la desolación y la devastación, en todo momento manteniendo un tono y perfil bajo, demasiado austero y contenido, salvo en la parte final. Hay música para la recreación del entorno de la destrucción y otra, más interesante, para resaltar la desesperación y angustia del protagonista. Esta última música se sustancia en una sucesión de temas en exceso homogéneos, que apenas procuran una evolución y, por lo tanto acaban por fomentar una impresión demasiado estática y plana. La resolución final, más abierta y liberadora, supone el único cambio emotivo destacado de toda la partitura, pero es débil y poco comprometido, como sucede con el conjunto de la banda sonora.