Tras perder a su bebé, una pareja adopta una niña, sin preveer la pesadilla que se les viene encima.
El compositor aplica para este filme de terror una partitura muy básica en su estructura y en su temario. Se sustenta en el habitual doble nivel dramático, con unos temas destinados al horror y los otros a lo emocional. Los primeros son resueltos mediante efectos orquestales y electrónicos y cuentan con algún momento destacado gracias a un tono controladamente grotesco, pero realmente el uso es ambiental, no descriptivo. En lo que concierne a la parte dramática, el piano es el instrumento protagonista y las melodías tienen un cariz afligido, obvio.