Cuarta entrega de Ice Age (02). Un cataclismo continental desencadena la mayor de las aventuras para los protagonistas, que intentan regresar a casa, pero son perseguidos por unos piratas.
Siguiendo la línea de los dos filmes precedentes a los que el compositor puso música, esta es una partitura más avanzada y superior, un puro divertimento en el que se pautan las aventuras vividas con ímpetu y gran energía orquestal sinfónica, pero también con momentos de cuidada sutileza en lo melódico e instrumental. Es una creación sólida, que gira en derredor de su recurrido tema principal y que aporta un tono grandilocuente y épico, también humorístico, que no se construye tanto estructuralmente como supone una suerte de sinfonía que edifica de principio a fin, con gran coherencia, hasta llegar a un apoteósico final con el himno de la Alegría, de Beethoven (el himno de Europa).