Una mujer se conecta en sueños con un peligroso asesino que ha matado a su hijo y que amenaza con hacer lo propio con su marido.
El compositor da vida a las pesadillas de la protagonista con una música densa, opresiva y atonal, que combina los sonidos electrónicos con el uso de un clásico cuarteto de cuerda y de un saxofón para recrear el tormento interno. Se trata de una partitura compleja, pero que mantiene un cierto sentido épico que es empleado para multiplicar con eficiencia la incontrolable angustia del argumento.