Mientras el mundo busca una cura para un desastroso virus, un científico y un guardabosques se adentran en las profundidades de un bosque para realizar unas pruebas científicas. Conforme cae la noche, el viaje se convertirá en aterrador.
El compositor firma una interesante creación con música electrónica que se aplica para recrear un entorno turbio, asfixiante y también moderadamente desolador. La mayor parte de la música se destina a dotar de aliento y voz a las plantas que pueblan el bosque y que acechan a los protagonistas. Para ello hace uso del PlantWave, un dispositivo MIDI que convierte biodatos de plantas en música. Con este y los sintetizadores enfatiza lo paranoico, una latente ansiedad y genera una impresión de aislamiento, de encierro, al que poco a poco va restando oxígeno y añadiendo tóxicos. Es una banda sonora sustancialmente experimental con elementos dramáticos que busca y logra en parte la inmersión de la audiencia en la experiencia sensorial del filme.