En Líbano, el enfrentamiento entre un cristiano y un palestino tomará una dimensión nacional.
El compositor firma una austera y contenida banda sonora dramática que se posiciona en la retaguardia del drama narrado en el resto del filme. Con música instrumental y electrónica resalta una moderada desazón por lo absurdo del conflicto a la vez que no se involucra en el mismo, subrayando en cada una de las partes la fragilidad de su posición. Un tema abierto y expansivo sirve de conclusión.