Un grupo de marines debe enfrentarse a una invasión alienígena que ha comenzado en Santa Monica, California, y que llega hasta las calles de Los Ángeles.
Partitura sinfónica en la que el compositor aplica la fórmula tan recurrida en filmes similares o de catástrofes naturales: música poderosa y grandilocuente para lo que concierne a la amenaza y temario dramático lírico y emotivo para aquellos que son amenazados. Mediando héroes, se desarrolla una tercera vía melódica para enfatizar la gesta de los protagonistas. No hay, pues, nada nuevo ni original en la propuesta. Pero tampoco se pretende otra cosa que redimensionar los espacios emocionales del filme y, por supuesto, impresionar al espectador, bien magnificando la dimensión de lo hostil como implicándole en las sensaciones de peligro de los personajes.
Esta es una banda sonora que no elude, pues, su condición de ser un puro ejercicio de fuegos de artifico, sin sutilezas ni mayor sofisticación. Musicalmente, cualquiera de sus temas -incluido el contundente contratema y también el tema principal- es mucho más de lo mismo. Pero a su favor cuenta con que todo está expuesto y estructurado de un modo efectivo, sólido, claro y, lo más importante, útil a unas pretensiones que no guardan excesivas trampas. No hará historia, pero tampoco la ofenderá.