En el Siglo VIII, ante el ataque del ejército de Carlomagno atravesando los Pirineos, el líder del valle pide ayuda a una diosa ancestral. Mediante un pacto de sangre, derrota al enemigo dando su vida a cambio, pero antes, hace prometer a su hijo que protegerá y liderará a su pueblo en la nueva era. Años más tarde, el joven afronta esa promesa con una misión: recuperar el cuerpo de su padre enterrado de forma pagana junto al tesoro de Carlomagno.
Sólida y compleja creación en la que el cristianismo, el paganismo, lo esotérico y lo dramático combaten por imponerse en el territorio musical resultando en un conglomerado radical y deliberadamente caótico que enfatiza la lucha del bien contra el mal, de la luz por sobrevivir a la oscuridad y de la vida intentando imponerse a la muerte. Todo ello con músicas orgánicas, de la tierra, enraizadas en el lugar, en sus colores y en su época. Hay abundancia de voces y coros, cánticos sacros y una exquisita delicadeza en lo instrumental.
Eneko, el joven protagonista, cuenta para sí con un tema musical que le dota de ímpetu y carácter, también de profundidad y calado dramático, en tanto Irati, la protagonista, tiene para sí otro que es a la vez de gran belleza pero con no pocos aires de tristeza. Ambos temas evolucionan a la par que sus personajes y son las músicas más humanas y vivas, pero se topan con muchas dificultades para poder eclosionar, presionados y también acosados por la multitud de las músicas arcaicas, poderosas y rígidas, que les rodean,y que son hieráticas, más de oscuridades que de luces. Eneko, de hecho, parece perder su tema, quedando más expuesto, pero se acoge al de Irati, quien lo comparte con él formando así una unión más sólida y resistente que permite que el tema musical, y con él ambos personajes, logren llegar a destino abriéndose camino.
Es una banda sonora que permite viajar hacia delante, que eleva la película a un nivel superior de trascendencia y profundidad, y que resalta sentimientos que los dos protagonistas reprimen, aportando al conjunto una belleza a ratos muy turbadora.