Dos amigos están unidos tanto por lo desdichadas de sus vidas como por su amor por la música heavy. Cuando uno de ellos conoce a una chica e intenta seducirla, el otro intenta ayudarle, pero lo complica todo.
En vivo contraste con el tipo de música heavy que gusta a los protagonistas -y que escuchan en el filme- el compositor elabora una partitura de cariz y tono radicalmente opuesto: música clásica sinfónica, ocasionalmente romántica, que juega en principio con esas pretensiones chocantes, pero que una vez presentadas se vuelven algo reiterativas y muy obvias. El mejor de sus momentos es la marcha final, donde se rompe, en parte, lo que es algo monótono, y donde el compositor se explaya a gusto. Utiliza coros y se acompaña de Chica de Río (01).