Retrato de una bella joven de 17 años, estudiante de día y prostituta de lujo de noche, a través de cuatro estaciones y cuatro canciones.
Más allá de las canciones, que en la película cumplen funciones ambientales y argumentales, y que recrean el entorno de modo estético, la música del compositor sobresale por estar destinada a meterse piel adentro del personaje y ayudar a explicarlo y a trascenderlo. La exquisita elegancia del tema principal y de las demás melodías ayuda mucho a expandir una bella sensación de melancolía pero también de fragilidad y de pureza y bondad, que hace imposible que el espectador pueda juzgar el comportamiento de la protagonista sino bien al contrario a empatizar con ella. La aportación del compositor es breve, poco más de 10 minutos, pero radiante.