Tercera temporada de Game of Thrones (11), ambientada en un mundo ficticio medieval donde estalla una guerra civil dinástica entre varios clanes.
El compositor intenta y se esfuerza en mantener el nivel de la segunda temporada, especialmente en lo que concierne a los elementos dramáticos y turbulentos. Lo consigue parcialmente, pero no supera los logros alcanzados y se acomoda en una creación que cumple con su cometido pero que no aporta otra cosa que no sea el continuismo de lo que sabe funciona. Sucede que la tercera temporada de la serie es un paso adelante con respecto a la segunda, pero musicalmente es una obra ya algo decadente y crepuscular, como si fuera el final de la saga. Seguramente, sin embargo, acabará por ser una obra de tránsito, vista desde una perspectiva global.