Octava temporada de Game of Thrones (11).
El compositor pone punto final a una legendaria serie televisiva (y musical) en una última temporada donde encuentra ocasión para cerrar con coherencia algunos de los temas musicales más destadados. En términos generales, y más allá de la notable espectacularidad que también tiene, esta es una temporada donde la partitura es dramática, crepuscular, hermosa y especialmente triste, pues de alguna manera rinde tributo a la saga de los Stark en particular y a toda la épica historia en general. En lo que es la temporada en su conjunto tarda algo, eso sí, en coger el pulso, pues en los tres primeros episodios es bastante apática y en el tercero en particular -la gran batalla- está muy por debajo de lo esperable, si bien a partir de ahí remonta hasta su bello epílogo final.