Tras el trauma de haber perdido a sus padres, devorados por un dragón de Komodo, un joven debe enfrentarse al animal como terapia.
Partitura muy elaborada y sofisticada, que evita caer en la estructura convencional (tema/contratema, por ejemplo, al menos de modo evidente) y prima, por el contrario, una sensación de caos, de desorden y de deliberada saturación, con el contraste de una música más abierta y melódica, pero de menor peso. Todo ello dio como resultado que la música sea no solo un elemento hostil, sino que generase confusión.
Al margen de eso, que no es poco, arranca con un poderoso tema sinfónico, amenazante, apoyado por percusiones, ritmos y voces tribales, de tono muy arcaico. También hay espacio, claro, para la música de terror.