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Una trabajadora de una fábrica lucha por sobrevivir en la Copenhague posterior a la Primera Guerra Mundial. Cuando es despedida, abandonada en la calle y embarazada, conoce a una carismática mujer que dirige una agencia de adopción clandestina y ayuda a las madres a encontrar hogares de acogida para sus hijos no deseados.
Esta es una película dura y cruda, rodada en blanco y negro y en la que no hay color (emocional) alguno, solo devastación, inhumanidad y dolor. Y así es exactamente la música: en blanco y negro, sin color (emocional) alguno, solo devastación, inhumanidad y no dolor sino precisamente frialdad, exasperante, distante, negacionista de todo rastro de humanidad. La música de la compositora es absolutamente lo que es la película y totalmente lo que son sus protagonistas. Cualquier atisbo de colorido en ella pondría color al filme. No tiene interés fuera del filme, más allá de lo experimental, pero es una suma absoluta a un filme único.
