Videjuego, secuela de The Last of Us (13) en la que la protagonista se embarca en una nueva misión de venganza.
En su segunda aportación a este videojuego, el compositor argentino comparte créditos y responsabilidad con Marc Quayle, quien se ocupa de recrear los entornos de terror, pesadillescos, en tanto Santaolalla se ocupa de lo dramático, incluyendo la presencia del tema principal del primer videojuego. La aportación de Quayle es algo más interesante que la de Santaolalla, pero básicamente porque pese a su mucho mayor presencia la música de este es también más básica, girando en torno a lo afligido y apesadumbrado, la nostalgia y la soledad bien representadas por la guitarra. El contraste con las músicas siniestras y casi apocalípticas de Quayle funciona muy bien, y de hecho estas resultan más atractivas por lo que esconden que por lo que muestran.