Tres historias de horror que se entrecruzan: un grupo de campistas, un cazador de fantasmas y un padre y su hijo que viven en los bosques entran en una catarsis de violencia.
Banda sonora atmosférica aplicada para generar asfixia, claustrofobia y cierto caos. Se añaden algunos elementos dramáticos que intentan desarrollarse pero que son avasallados por las músicas del Mal. Estas músicas, aunque homogéneas, no son estáticas sino dinámicas y variadas. No son explicativas ni racionalizan nada, simplemente ocupan los espacios para impedir (especialmente al espectador) respirar.