Una ingeniera de robótica de una empresa de juguetes construye una muñeca realista que empieza a cobrar vida propia.
El compositor firma una creación que pretende abarcar distintos frentes sin llegar a consolidar ninguno y que acaba siendo convencional y rutinaria, muy poco inspirada. Sus momentos más interesantes son aquellos donde aporta un tono que recuerda vagamente las músicas ochenteras del género, y también las escenas donde la música se desmadra y juega al contraste, con humor. Pero más allá de esto nada hay de relevancia, todo es rutina y convencionalismos, falta de magia y momentos dramáticos insípidos. La ausencia de un tema principal solvente que aporte solidez y pueda ser desarrollado es otra de las grandes carencias de una banda sonora que queda muy por debajo del resto del filme.