Una mujer sufre visiones de asesinatos espeluznantes que se cumplen, lo que esonde un terrible secreto.
Este es un filme en el que se pueden encontrar abundantes referencias a la literatura clásica gótica, al manierismo del giallo o al slasher ochentero, y en su ADN se encuentran rastros del cine de Mario Bava, Dario Argento, Brian De Palma o James Wan, pero poco de todo ese cine se traslada a una música que está mucho más anclada en las películas recientes del género que no en las de esa época. Aparte del uso adaptado en el filme del tema preexistente Where is My Mind? -que no es del compositor y es lo mejor y lo más integrado-, Bishara reitera por enésima vez el patrón de músicas tóxicas para generar entornos irrespirables, con escasa -y muy poco sustantiva- aportación dramatúrgica que sirva de explicación o contraste y permita a la audiencia entrar en la mente o el ánimo desesperado de la protagonista, como solía hacerse en las cintas de aquellos grandes directores. La música se constituye así en un mero vehículo para el susto y la tensión, que cumple en esos propósitos pero que no permite elevar a otra categoría superior a este filme. Si se hubiera imitado lo tantas veces hecho por Morricone, Goblin o Donaggio podría haber sido un clásico automáticamente.