Dos jóvenes, amigos de la infancia, están internados en un sanatorio, afectados por tuberculosis. Entre ambos, además de una fascinación mutua, hay un recuerdo del pasado demasiado doloroso, al que deberán hacer frente
Las tragedias que marcan el inicio y el final de este filme se fusionan uniformemente por un mismo sentido musical que las enlaza y mantiene a lo largo del metraje, sirviendo en el propósito de establecer un aire de fatalidad anunciada que conduce a los personajes a un destino marcado por un terrible pasado.
El compositor refuerza para ello la contundencia melódica en los primeros minutos de la película, con una intensidad desbordada y operística, lo que le permite que, en lo sucesivo, la partitura pueda matizar y desarrollar aspectos más concretos, incluso con cierto espíritu de piedad religiosa que, en realidad, no es sino un camino dispuesto por el autor para que el doloroso devenir de los jóvenes protagonistas sea más su martirización que no su anhelada redención.