Cuarta entrega de The Matrix (99). Neo lleva una vida normal mientras su terapeuta le prescribe pastillas azules. Pero Morfeo le ofrece la pastilla roja y vuelve a abrir su mente al mundo de Matrix.
La huella marcada por Don Davis en la saga se aprecian en una música pero no tanto en una película donde ese aura se diluye en una creación musical rutinaria, funcional, probablemente el aspecto menos interesante y logrado del filme. Parece en algunas ocasiones más una música de la saga Bourne o similares que no de aquél Matrix en el que Davis había recogido y aprovechado muy bien la referencia a John Adams para crear una partitura única, muy personal y personalizada en ese mundo. Aquí solo quedan restos de aquellos logros, apenas cuenta con algunos momentos interesantes e incluso los temas centrales nuevos, sentimentales y dramáticos, no acaban de encontrar su espacio ni eclosionar. Es en su conjunto una banda sonora que intenta elevar la película pero que acaba muy a ras de la acción y de los hechos inmediatos.