Secuela de X (22). Hollywood, años 80. Una estrella del cine para adultos y aspirante a actriz tiene por fin su gran oportunidad. Pero mientras un misterioso asesino acecha a sus compañeras, un rastro de sangre amenaza con revelar su siniestro pasado.
El compositor aplica una música que evoca la del género del cine negro (con la inevitable trompeta con sordina), y el giallo, con un aire decadente y sucio, apoyado por la electrónica, con la que recrea el adecuado entorno sórdido y pesadillesco. Es coherente estilísticamente tanto con el filme anterior como en la precuela Pearl (22).