Un matrimonio acaba de ser padres, pero su relación no pasa por el mejor momento. Lo que no imagina el marido ni en sus peores pesadillas es que la compra de una mesita para el comedor se convertirá en la peor decisión de su vida.
(contiene spoilers)
Esta es una banda sonora que se aplica para aportar presión y contraste al relato, a sus personajes y también a la audiencia. El tema inicial, en créditos, es ligero y desenfadado y se extiende con piano en la escena que el marido sube por las escaleras la mesa comprada. Las primeras son escenas simpáticas, cómicas, hasta que sucede el terrible accidente mortal y ahí suena una canción infantil que de diégesis pasa a falsa diégesis, marcando un punto de inflexión a partir del que la música experimentará cambios en tono e intenciones, con momentos en que la música de comedia (con aires tarantinianos, aunque es solo una referencia) resulta desconcertante, o donde otra canción de cuna se vuelve hondamente dramática. También hay músicas para la tensión, incómodas y tóxicas, y aunque el filme tiene poca presencia de música -no necesita más- esta acaba por ocupar todo el espacio sonoro en la escena del descubrimiento, donde hay un nuevo contraste entre el tema musical escogido y el espanto que sufren los personajes, en una cruel unión cruel que genera una elevada perturbación y finalmente desolación.