Una joven sufre un trastorno de personalidad múltiple, que la hace convertirse en diversas personas, no especialmente amigables.
Partitura donde ambos compositores se sumergen en el terreno de las emociones y las pesadillas con una admirable solvencia musical, instrumental y estructural. A medio camino entre Bernard Herrmann y Christopher Young, pero sin pisar realmente el terreno de uno u otro, De la Torre se ocupa de las partes tonales y Nadal de las atonales. El soberbio tema principal -uno de los mejores escuchados en el cine español en mucho tiempo- es utilizado como emulación de la desesperación incontrolada, con un punto trágico, casi patético. Es variado y repercutido solventemente y reforzado por temas secundarios donde el cello mantiene ese tono desolado. Los temas de Nadal pervierten toda la parte emocional de la partitura, son fríos, asépticos, deliberadamente desagradables, y naturalmente son aplicados para poner en primer plano la irracionalidad de la locura. Una creación madura, muy inteligente, seguramente no apta para todos los oidos (salvo en el caso de su fantástico tema principal) y que se merece todo el reconocimiento