Una pareja estadounidense que no está pasando por su mejor momento acude con unos amigos al Midsommar, un festival de verano que se celebra cada 90 años en una aldea remota de Suecia. Lo que comienza como unas vacaciones de ensueño en un lugar en el que el sol no se pone nunca, poco a poco se convierte en una oscura pesadilla cuando los misteriosos aldeanos les invitan a participar en sus perturbadoras actividades festivas.
Para este filme de horror que transcurre en su práctica totalidad en espacios abiertos, soleados, verdes y bucólicos, la música se posiciona en el horror interior, el oculto, el que muestra las sombras de todas las luces, el que habla de la verdad que hay en toda la mentira. Estas son buenas intenciones, pero que no necesariamente llevan a buenos resultados.
La música es escasa y austera en su instrumentación y forma, y así se mantiene hasta la resolución final, abierta, expansiva y conclusiva. No hay desarrollo alguno ni continuidad estilística o argumental en la banda sonora, allá donde sí la hay en el resto del filme, lo que provoca un cierto quiebro que no contribuye a otra cosa que a que una música que podía ser un elemento de integración de quienes ven la película en el contexto, puesto que a fin de cuentas está hecha hecha para sugerir, dar pistas o revelar lo que está pasando, acabe por ser un mero parcheo: aquí turbación, aquí desolación, allá miedo y más allá susto... y así hasta el final del filme. Como consecuencia, nada más que lo ambiental y atmosférico es aportado, y tampoco en grado relevante. Todo esto podía ser deliberado y previsto, pero no es así, puesto que es claro que el gran tema final pretende ser una derivación y una consecuencia de lo experimentado, y acaba por ser un tema más, un tema nuevo y que por dramático llega muy tarde a la función. Este es un tema con ciertos aires morriconianos (¡ojalá esta película la hubiera hecho Morricone!), aunque pueden encontrarse otras similitudes (Greenwood, Mansell...) que podría haber sido una explosión cautivadora si se hubiera tenido presente desde el primer momento, como proceso y camino en este, un filme poco ortodoxo con una música que acaba por ser del todo convencional.