Las pasiones y obsesiones sexuales de una mujer y sus conflictivos encuentros con los hombres.
El compositor juega de forma admirable con una estudiada ambivalencia musical, que refleja tanto lo sensual como lo obsesivo del filme. Destaca el empleo de un cálido saxo tenor y un reiterativo movimiento melódico que subraya una angustiante sensación de inacabable infinidad, de un proceso –en este caso, psicológico- que no tiene visos de solución. Juntos o por separado, cuentan con el apoyo de una orquestación que está enteramente al servicio de esa intención.