La vida de un matrimonio se ve alterada con la llegada de una joven y excéntrica pareja de vecinos que no parecen encajar en su tranquilo barrio.
Tras el rechazo de la partitura de Tom Scott -incluida en esta edición-, seria y dramática, Conti dio un giro absoluto y presentó una banda sonora alocada, caótica y demencial, muy exagerada en un tono propio del slapstik o del cine de animación sustentado en el mikeymousing y con un divertido uso del theremin, para fomentar una impresión de absurda irrealidad.