A pesar de estar enterrada en una tumba en lo más profundo del desierto, una antigua princesa cuyo destino le fue arrebatado injustamente, se despierta en la época actual, trayendo consigo una maldición.
En la línea de las recientes creaciones del compositor, aunque por encima de ellas, esta es una banda sonora que no va mucho más allá del énfasis, que aquí resulta excesivo e impostado. Tiene poca o ninguna sutileza y no satisface otras intenciones que las de impresionar y ocupar los espacios sonoros de modo muy ampuloso pero muy poco explicativo. El tema principal, por ejemplo, es muy reiteradas veces empleado pero solo como cita, no dramáticamente ni como plasmación del poder o el peligro del monstruo. Es un tema que en sí es excesivamente sencillo, sin ninguna sutileza pero, eso sí, es muy efectista: una pequeña frase repetida sin parar, para que quede memorizada forma una melodía con la que podría trabajarse un desarrollo que hiciera el peligro cada vez mayor, o más imprevisible... pero que se limita simplemente a ser recordada. Esta falta de evolución es lo que hace que el conjunto de esta obra sea tan plana y acabe por ser monótona. Temas secundarios para las acciones y referencias exóticas, con coros, simplemente rellenan, pero no la hacen crecer, y además la acaban colapsando: no todo en la película es tan importante para ser tratado musicalmente como si lo fuera, y por ello el resultado acaba por ser muy aparatoso y poco comunicativo. Está, eso sí, impecablemente bien hecha en lo que se refiere a su producción, pero no tiene niguna personalidad y en la mayor parte de las veces opera más como parte de los efectos sonoros que como un elemento de narración.