Cuando una monja se suicida, un sacerdote con un pasado poseído y una novicia a punto de tomar sus votos son enviados por el Vaticano para investigar.
Siguiendo la línea de The Conjuring (12) y demás filmes -de la que esta película es spin off- esta es una banda sonora que se aplica para generar una atmósfera tóxica e irrespirable, con música retorcida y perversa en la que los propios instrumentos son tocados (o su sonido manipulado) para dar una impresión de que están endemoniados. Es una música siniestra, pero muy poderosa, y está liderada por un tema central, el de Valak el Diablo, que funciona como tema principal y también contratema de la música angelical y frágil de la monja protagonista, a la que musicalmente se enfrenta. Hay música religiosa que el compositor también posiciona en el lado del Mal, pues siendo como es litúrgica y devota, está corrompida y poseída. No es solo el lugar, el convento, lo que domina Satán. Es también la música. Y es por su sofisticación y elaboración que resulta tan temible.