Obra no cinematográfica en la que el compositor rinde tributo a la obra de Mozart, aprovechando el 252 aniversario del nacimiento del genio. Esta no es, en realidad, más que una excusa para que Nyman vuelva a su más puro minimalismo, exultante y también por momentos agobiante, pero absolutamente coherente. Las versiones que hace de la música de Mozart son, cuando menos, curiosas.