Durante la celebración de los Juegos Olímpicos en Munich, en 1972, un grupo de atletas israelís son secuestrados y matados por un grupo terrorista palestino. El Mosad buscará a los responsables para ejecutarlos.
Un cántico lamentativo hebraico -con la prodigiosa voz de Lisbeth Scott- abre las puertas a una compleja y elaborada creación dramática en la que el compositor trabaja con diversos niveles dramáticos: por una parte, ese tipo de música aflijida, intensa, solemne, que sirve para resaltar la tragedia vivida; por otra, música densa y opaca para los ataques; por fin, un bello tema sentimental para enfatizar la camaradería pero también la pérdida.
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