Durante un viaje en avión, una tormenta provoca un accidente y sólo uno de sus pasajeros logra sobrevivir, pero queda condenado a pasar largos años en la soledad de una isla.
Para esta película sin apenas música, en la que se primó el silencio como fuente sonora principal (junto con los monólogos del protagonista, la música del mar, etc), el compositor escribió un poderoso tema, que conjugaba un contenido sentido épico con un adecuado dramatismo, y se insertó en muy específicas partes del filme, para reforzar la tragedia que se avecinaba (en el principio) y la libertad alcanzada (al final). Se acompaña de Serendipity (01).