Usuario: (manu) Manuel Monteagudo Lopez
Fecha de publicación: 26.11.2016
The Neon Demon merece un visionado, sin duda. Creo que producciones como esta hacen falta en el mundo del cine por su valentía y arrojo, y sobre todo, por no seguir ciertos cánones que el film ,por supuesto, rompe. No es una película perfecta ni mucho menos, pero hasta ella misma lo sabe, y esa es la mayor de sus virtudes...pues no le importa, y ese descaro de Nicolas Winding Refn de mostrarlo en pantalla puede chirriar a muchos, pero a otros, sin duda, les encantará (no por nada se llevó el Premio de la Crítica en el Festival de Sitges). Por mi parte, yo me quedo en un punto medio, inclinándose la balanza hacia el aspecto positivo al hacerme vivir una experiencia audiovisual hipnótica que, en cierto momento, se va por las ramas, sin saber mucho hacia donde quiere ir, pero cuyo arrojo por mantener las ideas personales del director y su descaro a la hora de retratarlo, la hacen incluso hasta divertida. Lo dicho, una película que se merece un visionado para sentir lo que es The Neon Demon
Respecto a la banda sonora de Cliff Martinez, podemos decir que es uno de los mayores pilares del film, haciéndole sumar en las intenciones onñiricas que el director quiere provocar en todo momento. La sensación de ensueño y de pesadilla que vive su protagonista está tan bien tratada por el compositor que recurre a temas electrónicos usados de manera fascinante de manera que es muy difícil separar la imagen de la música, creando una comunión soberbia que, sin duda, dota al film de un plus especial a la hora de resultar absorbente.
Precisamente, es cuando el film, pasada la primera hora, no termina de dar la talla, donde Martinez sobresale mas que el resto de los componentes, por que mantiene sus ideas de forma férrea y constante sin despegarse ni por asomo de la atmósfera que ha creado previamente, y como tal, funciona, ya lo creo que si. A ello hay que añadir una selección de canciones que, como suele ocurrir con el compositor, resulta cuanto menos curiosa por la forma en la que lo utiliza (sobre todo el final con la canción de Sia).
Sin duda es una banda sonora en la que es difícil describir las sensaciones oníricas que va creando, pues hay que vivirla y sentirla con sus imágenes, creando un todo magnético y absorbente que permite que el espectador se adentre en el mundo creado por su director, y por ello, la banda sonora es uno de los puntos primordiales para que ello ocurra. Un triunfo en ese sentido, que puede recordar a algún que otro trabajo de Badalamenti con David Lynch (pero mas por el tono del film que por otras cuestiones), pero de la que sale airosa al crear su propio universo pesadillesco y de ensoñación perpetuo que vive su protagonista y que permite que sea un viaje audiovisual en toda regla. Desde luego, es uno de los trabajos mas entregados del año al permitir que la música adopte el tono que la película requería a gritos.