Documental sobre el día a día de la cineasta Maria Teresa Larrain quien, mientras edita su última película en Toronto, comienza a perder la visión. De vuelta a su Chile natal se encuentra de pronto envuelta en el de los vendedores ambulantes ciegos.
Si por lo general la música en el documental suele responder a la mirada del director (con opinión personal o no) sobre aquello de la vida real que está relatando, cuando un documental como este explica algo en primera persona del singular, entonces es más que evidente que el compositor es la voz de la directora.
No es esta una música que tenga propósitos narrativos pero tampoco significativamente emotivos. Es música de actitud, de determinación, la de no querer transmitir piedad ni compasión. Bien al contrario, funciona como la luz que se abre paso allá donde comienza a hacerse la oscuridad. Insufla aliento, determinación y esperanza no solo a la protagonista sino a todo lo que emana alrededor de ella. El tema principal, bellísimo, es una melodía de aceptación pero no de resignación, y de hecho es el único tema con el que claramente la directora habla de sí misma; todos los demás, aunque también se refieren a ella, sirven para repartir afecto y amor por todo lo que la rodea, incluso en lo más doloroso.