Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno británico acogió a centenares de niños huérfanos, la mayoría judíos, supervivientes de los campos de exterminio nazis. Muchos de ellos vivieron en cabañas cerca del lago de Windermere.
El compositor firma una sentida y emotiva creación dramática con muy bello tema principal compartido por los niños, y temas que se focalizan en enfatizar la fragilidad y vulnerabilidad de los pequeños, en tiempos difíciles. Es elegante, es sencilla y también hermosa.