Secuela de Don't Breathe (16). Años después de la invasión mortal de su hogar, el protagonista y su hija viven tranquilos hasta que alguien del pasado viene en busca de algo...
El compositor intenta, sin éxito, mantener la tensión y enfatizar los elementos dramáticos en una película que es aparatosa y tediosa, muy lejos de los buenos resultados ofrecidos en el anterior filme. Ello se debe sustancialmente a que apenas hay espacios para que la música pueda asentarse e insuflar tensión o dramatismo y debe seguir el ritmo de un montaje frenético que parece haber sido hecho sin pensar en otra música que la meramente ambiental y la de las acciones. Y estas músicas, las ambientales y las del énfasis de las acciones, son las únicas que funcionan relativamente bien. Las otras, las más interesantes, las que por su elaboración y refinamiento pretenden incorporar un elemento de incomodidad, dañino, incluso cruel, pero también desolador y angustiante, quedan difuminadas y sin lograr hacerse con una película que está muy por debajo de ella.