Una familia se dispone a celebrar la noche de Reyes, pero no preveen que esa será la noche más caótica de sus vidas.
El compositor sigue la línea grandilocuente y deliberadamente grotesca que ya empleó en La mujer más fea del mundo (99), con una partitura de poderoso tema central y una sucesión de melodías sinfónicas que aderezan la acción y recogen musicalmente el espíritu navideño, pero con sentido de humor. Se acompaña de la banda sonora de A mi madre le gustan las mujeres (02).