Un chófer conoce a una joven rica norteamericana, se atraen mutuamente y se casan a pesar de la advertencia de una vieja gitana. Ella, óptima amazona, muere en extraño accidente a caballo.
Este es un Herrmann crepuscular, pero un Herrmann en toda regla, que gira principalmente en torno a dos temas centrales románticos que se presentan unidos como tema inicial: uno es moderadamente nostálgico y pertenece al entorno de la finca y el otro es abierto e inocente, es la luz que irradia la chica, que lo aporta en forma de canción que canta. El chico protagonista acaba por imbuirse en ambos y acaba por destruirlos, pero es una dualidad que no acaba de funcionar no por deficiencias en sus pretensiones y estructura sino por problemas del resto de la película, muy mediocre, aunque el compositor se diluye y pierde fuerza en el tramo final. También hay música electrónica para el misterio y delirios, pero tampoco encuentra su espacio en el largometraje. La música tiene reminiscencias de otras obras del compositor y aunque se trata de una obra menor en su trayectoria, es un puro Herrmann.