Clásico de terror del cine mudo sobre el enigmático y lascivo Nosferatu, que asola una población bebiendo la sangre de las doncellas.
El compositor escribió (evidentemente, muchos años después) una partitura sinfónica con la que recrear un entorno neurótico y obsesivo, a ratos con música oscura y densa, y en otros con melodías románticas que relajaban la tensión.