Un clan de salvajes caníbales, ataviados con ropas prehistóricas, siembra el caos en una pequeña y apacible población costera cercana a la frontera canadiense.
El compositor busca -y consigue- provocar la exasperación en el espectador y recrear un ambiente asfixiante, sin concesión alguna a la liberación melódica y con una críptica partitura electrónica.