Una familia en apuros económicos ve la solución a sus problemas cuando el hijo empieza a dar clases particulares en casa de una familia rica y cada uno de ellos logra emplarse adoptando falsas identidades.
La música participa activamente en este filme para apuntalar principalmente el sentido de humor. Funciona tanto dando matices a las diferentes escenas y acciones como haciéndolo por contraste, especialmente cuando se hace uso de música clásica preexistente u original barroca para ser aplicada sobre la familia pobre, lo que enfatiza la impostura y subraya el humor negro. Hay también momentos sentimentales, pero son de menor relevancia. No es una creación que esté construida como un todo, con arquitectura temática y evolución, sino fragmentada y despiezada deliberadamente, para evidenciar la falta de planificación y la improvisación en la que se desenvuelven los personajes, lo que se transmite a los espectadores.