Cuando una compositora recibe la tarea de terminar el concierto de su difunto mentor, descubre que tocar música tiene consecuencias mortales, lo que la lleva a descubrir los inquietantes orígenes de la melodía y un mal que ha despertado.
El compositor firma una poderosa creación con música sinfónica y coral (de adultos y de niños), que se aplica diegética y extradiegéticamente. Se trata de un concierto para niños con flauta y orquesta, que tiene relevancia argumental en tanto es protagonista en la historia. Su motivo principal es una nana retentiva con flauta, a la que se otorgan diversas facetas: es engañosamente inocente, es macabra e insana, provoca la locura y la muerte mientras es tocada pero fuera de la diégesis se presencia para atacar inmisericorde con su poder hipnótico, cada vez más perverso. Es la música que cautiva a los niños y los lleva hacia su perdición hasta que... esta es otra de las deslumbrantes creaciones de Christopher Young malograda en una película que no tiene categoría alguna pero que la música intenta elevar, y que eleva porque la banda sonora va de menos a más. En un filme a la altura, sería uno de los mayores clásicos contemporáneos de la música de terror.