La historia real del entrenador holandés Thomas Rongen, artífice de realizar una tarea prácticamente imposible en el deporte: tomó las riendas de la selección nacional de fútbol de Samoa Americana, y trató de convertir a un equipo nefasto en unos ganadores natos.
Reseña de Javier González:
Historias de superación con ciertas dosis de acción siempre han hecho del género deportivo un buen vehículo para el lucimiento del compositor de la banda sonora. Si además tienen un plus emocional al estar basadas en hechos reales, como es el caso, se hace difícil no acertar. A priori, Michael Giacchino tenía con esta película todos los ingredientes para hacer algo memorable, pero se ve lastrado por un fallido enfoque musical repleto de canciones preexistentes (seña de identidad del director Taika Waititi), que dejan reducido el espacio de la partitura original y complica la construcción narrativa y/o dramatúrgica de la banda sonora. Varias son las canciones del espacio geográfico, cantadas en samoano, que le dan un acertado componente exótico y local a la película. Otras canciones comerciales y populares tienen más difícil encaje, como ocurre en el training montage (el cliché obligado de secuencia de entrenamiento a mitad de película), donde se decide apostar más por la comedia y un tono desenfadado, utilizando la manida canción Everybody Wants To Rule The World de Tears for fears. La música original sólo aparece al final de dicha secuencia y ve mermada su capacidad de involucrar al espectador en la hazaña deportiva y el conflicto de los personajes.
La partitura de Giacchino, aunque no está especialmente inspirada, es interesante por varios aspectos, como la mezcla de rock con percusiones típicas de la Polinesia, que refuerzan la importancia del aspecto cultural de la historia. Por otro lado, el tema principal, a piano en su vertiente más sensible y emotiva, y con coro en la versión más expansiva y liberadora, es digno y competente, pero no consigue un satisfactorio impacto emocional en el desenlace de la película, al carecer de un buen desarrollo en el metraje y no haber sido suficientemente interiorizado por la audiencia.