Durante unas vacaciones, unos niños deben rechazar el ataque de unos extraterrestres que apenas les llegan a las rodillas pero que ambicionan la destrucción del mundo.
El compositor aplica una elaborada partitura que navega por el espacio del género de la ciencia-ficción de modo serio pero también paródico. Lo hace con poderío orquestal y temario, grandilocuencia deliberadamente exagerada y sofisticación instrumental. Aprovecha al máximo la sonoridad acústica de las Ondas Martenot para dar con un tono galáctico que es adecuadamente bufonesco. Se trata de una banda sonora sin mayores pretensiones, pero que cumple muy bien su cometido.